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Laicos católicos deben participar en política

DCU PUCV 9 de febrero de 2012



El Papa Benedicto XVI señaló que los laicos católicos deben participar, en primera persona, en la vida pública y política para ofrecer su necesaria contribución a la sociedad, formados a partir de la Doctrina Social de la Iglesia que los purifique de la "sed de poder".




Así lo indicó el Papa en su discurso luego de presidir el rezo del Rosario con los obispos italianos en ocasión del 150° aniversario de la unidad del país, en el que se meditó los misterios luminosos instituidos por el Beato Juan Pablo II.

El Santo Padre dijo también a los obispos: "no dudéis en estimular a los fieles laicos a vencer todo espíritu de cerrazón, distracción e indiferencia y a participar en primera persona en la vida pública".

A los prelados que celebran su asamblea plenaria desde el lunes, el Papa alentó a "animar las iniciativas de formación inspiradas en la Doctrina Social de la Iglesia, para quien está llamado a la responsabilidad política y administrativa no sea víctima de la tentación de explotar la propia posición para intereses personales o sed de poder".

En la Basílica romana de Santa María la Mayor, indica la nota de Radio Vaticana, Benedicto XVI destacó que cada uno de los católicos miembros de la Iglesia debe promover y tutelar la vida humana en todas sus fases, sostener a la familia.

Asimismo exhortó a los que participan en la política y al mundo empresarial a que hagan todo lo que esté a su alcance para superar la precariedad en el trabajo, "que en los jóvenes compromete la serenidad de un proyecto de vida familiar, con un grave daño para un auténtico desarrollo y armónico de al sociedad".

El Papa también resaltó la necesidad de la oración en la vida cotidiana como fuente de todos estos esfuerzos, y puso como ejemplo de la misma a la Virgen María con quien "hemos sido invitados a compartir los pasos de Jesús".

"Que la oración nos ayude a reconocer en Él el centro de nuestra vida, a permanecer en su presencia, a conformar nuestra voluntad a la suya, a hacer ‘lo que él os diga’ seguros de su fidelidad".

Benedicto XVI subrayó luego que "éste es el deber esencial de al Iglesia, por Él coronada como mística esposa, como la contemplamos en el esplendor de la cúpula del ábside. ‘María se ha fiado: ella es la ‘bienaventurada’, y es así por haber creído hasta estar revestida por Cristo para entrar en el "séptimo día" a participar del descanso de Dios".

"La disposición de su corazón –escucha, acogida, humildad, fidelidad, alabanza y espera– corresponden a la disposición interior y a los gestos que plasman la vida cristiana. De ellos se alimenta la Iglesia, consciente de que expresan aquello que Dios espera de ella".

Tras resaltar que Italia puede "estar orgullosa de la presencia y de la acción de la Iglesia", el Papa reiteró una vez más que "la Iglesia no persigue privilegios ni quiere intervenir en la responsabilidad de las instituciones políticas. Respetuosa de la legítima laicidad del Estado está atenta en el sostener los derechos fundamentales del hombre".

"Entre estos hay sobre todo las instancias éticas y por tanto la apertura a la transcendencia, que constituyen valores previos a cualquier jurisdicción estatal porque están inscritos en la naturaleza misma de la persona humana", añadió.

Finalmente el Papa hizo votos para que "el ejemplo de María abra el camino a una sociedad más justa, madura y responsable, capaz de redescubrir los profundos valores del corazón humano".

"Que la Madre de Dios –concluyó– anime a los jóvenes, sostenga a las familias, consuele a los enfermos , implore a cada uno a reconocer y a seguir también en este tiempo al Señor, que es el verdadero bien de la vida, porque es la misma vida".

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